1.- El argumento fácil es culpar a la actitud: falta de ganas, falta de concentración, falta de hambre. Yo no estoy en la cabeza de esos jugadores que han fallado (Mascherano y Piqué). ¿Han fallado porque no estaban concentrados? Si usted conoce la respuesta exacta y segura, pero segura al cien por cien, dígamelo. Yo no la conozco. El error siempre posee causas, pero no siempre son de actitud. En ocasiones, incluso es posible que un error solo sea eso: un error.
2.-Los errores individuales rompen la serenidad del Barça en el Bernabéu y el reguero de sangre es tentador para el gran tiburón blanco. Como casi todos los años (salvo en el período imperial del pasado otoño) el Real Madrid es un equipo formidable pero ciclotímico. Gatito a ratos, tiburonazo en otros. Pero antes de los errores individuales ya hubo una toma de posición colectiva que condicionó todas las cosas. Fueron los errores, pero antes ya hubo otros más profundamente graves.
3.- Tres nombres son distintos a los del Camp Nou y marcan las diferencias: Pepe, Marcelo y Alves. El central sitúa su línea defensiva quince metros más arriba que Albiol y es mil veces más seguro, enérgico y agresivo. El lateral zurdo es un prodigio vertiginoso en ataque. Y el lateral blaugrana se ha lesionado instantes antes de empezar el partido. Con estos tres elementos nuevos, Tito Vilanova y sus principales jugadores no han acertado en el modo de plantear el arranque.
4.- Con Alexis centrado sobre Ramos y Adriano improvisado (y agarrotado) encima de Cristiano Ronaldo, la noche ha empezado plácidamente para Marcelo, que ha vivido suelto y libre cual pajarillo rebelde. Nadie le presionaba y en el horizonte no había un Alves amenazante. Es fácil decirlo a posteriori y seguramente complicado analizarlo en los minutos previos, pero esa combinación de tres elementos nuevos ha sido un cóctel indigesto para el Barça.
5.- Sin presionar a Pepe arriba, el equipo de Tito buscaba la horizontalidad para evitar las temibles contras del tiburón. Frente a contragolpes tan conocidos, el Barça ha preferido salir replegado y esa ha sido su condena inicial porque, a cambio, ha renunciado a la presión posicional y perdido el control de juego antes incluso de cometer los errores y encajar los goles.
6.- El problema ya existía antes de los errores. El problema no son los errores puntuales (aunque sean los que te condenan) ni tampoco reside en la defensa: la defensa queda retratada porque el Barça no tiene el control del juego. Quien lo tiene es el Real Madrid. ¿Por qué? Básicamente, porque el Barça lleva mucho tiempo sin saber resolver la presión que le ejercen muy arriba.
7.- Si revisamos las cifras de balones perdidos comprobaremos que se han incrementado estruendosamente en partidos donde el rival ha presionado alto. Sea el Madrid, sin duda el más letal en la materia, sea Osasuna, sean otros. No es de hoy, sino que ya ocurrió a lo largo de toda la temporada pasada. Un equipo que no perdía balones en su campo los pierde ahora a borbotones.
8.- Este es el escenario: Pepe más Marcelo sin nadie que les haga cosquillas. Ninguna presión propia arriba, sino repliegue medio para evitar contras. Ninguna intención ofensiva en tu posesión, sino intrascendencia, que deviene pérdida peligrosa porque te presionan fuerte y no aciertas a salir. Conclusión: imposible controlar el juego. El juego lo controla el Madrid, que huele sangre. El gatito aprovecha los dos errores puntuales y muta en tiburón que se da un festín, acertando en todas las decisiones de juego: atacando siempre el costado opuesto por el que circula el Barça, pillándolo siempre a contrapié.
9.- Y el festín ha podido ser gordo. Era partido para devolver el 5-0, pero si tres nombres han marcado la posición inicial (Pepe, Marcelo, Alves) otros tres han sellado el desempeño posterior: Valdés, Pedro y Messi. El portero, porque ha evitado una goleada con sus excelentes actuaciones; el extremo, porque la expulsión de Adriano ha reordenado, paradójicamente al Barça, situándole sobre Marcelo, al que ha cegado; y Messi, porque  el Madrid aún vive sometido al “síndrome Messi”.
10.- Me explico: pienso que el Barça padece un síndrome y el Madrid, otro. El del Barça es el “síndrome de la superioridad”. El Barça aún se cree superior al Madrid, pero ya no lo es. Lo es en algunos aspectos del juego (y es inferior en otros) y todavía posee una jerarquía reciente que le otorgan los 14 títulos obtenidos por Guardiola, pero apenas hay distancias palpables entre ambos conjuntos aunque sus estilos sean tan dispares. El Barça solo puede volver a ser superior si asume y acepta internamente que ya no es superior.
11.- El del Madrid es el “síndrome Messi”. Jugadores y entrenador saben, huelen, intuyen, que Messi puede romperlo todo en un instante. Lo han sufrido tantas veces y de manera tan repetida (incluso esta noche ha podido volver a ocurrir) que el gatito que se transforma en tiburón al oler sangre, rápidamente vuelve a comportarse como un gatito por si aparece Messi con su bazooka implacable. Y se hace un ovillo sobre sí mismo, como buscando protegerse de un nuevo zambombazo. Y regala campo, balón y dominio como queriendo evitar males mayores.
y 12.- Y así empezará la temporada, una vez resuelto el primer título del curso. Con bastantes e importantes asignaturas tácticas en el Barça e interesantes meandros psicológicos (Mourinho dixit) en el Real Madrid. Ambos equipos, por cierto, un punto más desengrasados que la temporada pasada.

- Real Madrid-Barça (Supercopa de España, Vuelta) 29-Agosto-2012. Santiago Bernabéu. 2-1 (Higuaín, Cristiano Ronaldo, Messi)
- Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)