1.- Lo han vuelto a hacer. Los mayores de La Rosaleda aún se hacen cosquillas. Hace algo más de dieciocho años, en 1994, se refundaba el Málaga para pasar a su actual denominación mientras el Milan ganaba su quinta Champions League frente al Barça por 4-0. El fútbol, dieciocho años después, los ha enfrentado cara a cara para volver a su origen. El balón y la pasión de la gente. Lo más primitivo, pero la verdadera esencia.
2.- La primera parte fue de freno de mano. El Milán saltó con un 3-5-2 donde Constant y De Sciglio ocupaban los carriles unos metros por delante de Ambrosini y Montolivo, un paso por detrás de Emanuelson. Negó al Málaga la superioridad adelantando la defensa y solapando líneas. Isco y Portillo malviven sin espacios y la incomodidad les llevó a aparecer con balón a la altura del centro del campo. Mala selección de pases, cero espacios. Incluso el Milán encontró alguna posesión de entidad durante los primeros 20 minutos.
3.- El equipo italiano apareció con Montolivo como regista, marcando el ritmo y girando al centro del campo contrario. El Málaga, ligeramente superado por el escenario, no presionó y dejó a su rival fluir hasta que dos transiciones con cierto peligro le señalaron a Allegri que el camino ofreciendo praderas a la espalda de Ambrosini y Montolivo sería difícil. Paso atrás.
4.- La imprevisible formación del Milan noqueó al Málaga de salida. Incluso cedió posesiones de cierta entidad. Tardó bastante en asimilar dónde se podrían generar algunas ventajas. De hecho, solo Joaquín e Isco leyeron que sería difícil. Los triángulos desde la banda no eran posibles porque Saviola atraía la superioridad del rival. Así, 2×2 y a esperar que la cobertura llegara tarde o el desajuste técnico fuese favorable al ataque. Y pasó, pero sin el necesario desequilibrio.
5.- El partido estaba trabajado por Allegri, pero no encontró ese gol que hubiese dado aire. Con las líneas unidas, no existía recepción posible si no era por banda, hasta donde el Milan trataba de llevar superioridad física. Y no había mayor peligro. Es el partido de la temporada en el que el Málaga más ha echado de menos a Cazorla. El único capaz de filtrar pases a la espalda por cielo y tierra. Portillo e Isco no son maestros en eso, y además Saviola no lanzó ninguna.
6.- Pese al destacado partido de Iturra, durante fases ha penalizado al Málaga. La salida era sucia cuando este no podía orientarse y regaló balones al principio. Ejercicio doble. Se acentuó durante el inicio del segundo tiempo. El Málaga logra ya generar posesiones largas, pero ni Camacho ni Iturra deciden soltarse de ese pivote eminentemente riguroso a nivel táctico –comprensible, según el contexto en el que llegaba el Málaga–. Por tanto, no hay sorpresas para el repliegue del Milan. Nadie llega, todos están. Tampoco Gámez y Eliseu han seleccionado bien las subidas.
7.- El punto de inflexión en el partido lo alcanza el nivel físico del Milan. El Shaarawy deja de apoyar el repliegue posicional del equipo italiano y obliga a desplazamientos de más metros a Ambrosini-Montolivo. Consecuencia: el inicio de la jugada del Málaga queda libre. El déficit deja de ser déficit porque el rival no lo aprovecha y facilita la presencia de Iturra-Camacho hasta las proximidades de Isco, Portillo y Joaquín, que en su primer desmarque a la espalda, marca el gol de la victoria.
8.- A partir del gol, otro partido. El Milan se parte. Camina con el corazón y Allegri acumula delanteros. Rara vez obtiene buen resultado este tipo de propuestaa, a priori ultra ofensivas. Acumular no significa atacar más. Ni siquiera mejor. El Milan se partió con un 4-2-4 absolutamente expuesto (El Shaarawy, Bojan, Pazzini y Pato se repartían a lo ancho). El Málaga pudo sentenciar, pero a la primera transición que no acabó, decidió retener. Generó dos posesiones largas y acabó el partido. Lo remató como sabe, teniendo el balón.
y 9.- Tres victorias para completar el pleno en la primera vuelta. Siete goles a favor, ninguno en contra. El Málaga roza el pleno compitiendo al máximo nivel. No solo despliega posesiones largas y gestos técnicos de alto nivel, sino que compite como el equipo más necesitado. Ahora tiene un gen de liderazgo muy por encima de la media. Esa confianza que, parafraseando a Wallace Stevens, ofrece estar abierto a todas las preguntas. Y tener respuesta: la esencia.
* Fran Alameda es periodista.