En Medellín, una de las ciudades más violentas del mundo, nació y se desarrolló el proyecto "Fútbol por la paz", que durante algún tiempo funcionó con milagroso éxito. Mientras duró, demostró que no era imposible cambiar balazos por pelotazos.
El fútbol resultó ser el único lenguaje alternativo para las bandas armadas de los diversos barrios, acostumbradas a dialogar a tiros. Jugando al fútbol, los enemigos empezaron a conocerse entre sí, al principio de muy mala manera y en cada partido un poquito mejor. Y los muchachos empezaron a aprender que la guerra no es el único modo de vida posible.
Eduardo Galeano, escritor uruguayo
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