No es sencillo, requiere creatividad y un dominio total en lectura de partidos. Cada sesión de entrenamiento requiere de una preparación exhaustiva. El fútbol ha dejado de ser sencillo, los llamadas psicológos del fútbol, aquellos cuya mejor virtud es entender al futbolista, están en desuso por su negación para vivir para el fútbol. Partido tras partido son superados, los clubes quieren entrenadores metódicos, con criterios y buenas referencias. Llegar y jugar el partido reducido con los jugadores forma parte de esa virtud de entender al futbolista, tirar de rondo y pachanga tras darle veinte minutitos al preparador físico es dar una exhibición en pocos minutos de considerar el fútbol como un juego de niños.
Las ruedas de prensa son un ejemplo diferencial, hay entrenadores que tienen verbo y ganas de hablar de fútbol, hay otros que no dicen nada. A estos, las masas los idolatran cuando ganan y los ponen tibios cuando pierden. No tienen argumentos ni para uno ni para otro, no dan titulares porque no tienen nada que decir y cuando los dan, poco tienen que ver con fútbol, su ira les juega una mala pasada. No dicen nada porque no viven para el fútbol, hablar de ello les aborrece tanto es un incordio y la excusa es perfecta, no puedo dar pistas al rival. Alucinante. Otros, los enfermos del fútbol, ganan o pierden pero enamoran.
Si te gusta el fútbol, una rueda de prensa es una bendición, hablan de fútbol y explican conceptos, la lógica se impone, sonríen y dan siempre un titular que poco tiene que ver con el tan manido fútbol es fútbol. Vas más allá, observas entrenamientos y analizas que mientras los unos creen que la mejor preparación para un partido es la repetición sistemática de las rutinas, los otros diseñan ejercicios sobre preparación de partido, buscan progresiones en el propio estilo de juego y se dejan la voz pausando y corrigiendo.
El fútbol les fluye, la torpeza de los directivos es tan mayúscula que no incapaces de diferenciar a unos de otros, el resultado manda pero cualquiera que tenga un mínimo de criterio sabe que al enfermo del fútbol hay que arroparlo, darle tiempo y credibilidad con los jugadores, jerarquía y proyecto. Así, sólo con este detalle, tiene futuro y progresión, idea y estilo de juego, la ausencia de profesionalidad no esta permitida, los jugadores pierden la batalla porque cuando toca echar balones fuera quedan retratados. Este tipo de entrenadores dejan un vacio tras ellos. Los acaparan todo, buscan la excelencia y cuando llega su momento, el club entra en la ruina más absoluta.
Uno de estos, Quique Sánchez Flores, uno de los otros Koeman. Pasar del entrenamiento metódico al rondo y la improvisación significó la decadencia absoluta, la ira de los futbolistas y el cambio de sistema con la consiguiente autogestión para ganar la Copa del Rey. Llegó Quique al Atlético, el entrenador perfecto para un club donde la táctica era de palabra y la ausencia de concepto entre los profesionales significaba la necesidad de entrenar como si fuera un equipo de formación.
Será un Dios si consigue equilibrio y rendimiento, reforzarlo en la toma de decisiones es básico y fundamental. El Atlético tendrá un sentido, una idea y un estilo. Toca perfeccionar y darle continuidad al proyecto Quique. El segundo envite vendrá cuando llegue los transgresores, los caprichosos a los que el enfermo del fútbol moleste, aquellos que no quieran presionar y no entiendan el fútbol como algo colectivo.
Ahí, será la hora de la verdad, el momento del club. Guardiola vió como le quitaban de encima a Ronaldinho, Deco y Eto’o. Quique no tendrá esa suerte, las urgencias han provocado su llegada al Atlético de Madrid, perfil alto de entrenador, con verbo y fundamentos, con criterio y experiencia. Responde al perfil entrenador Real Madrid, que no se olviden en el Manzanares que de haber aguantando Abel más que Pellegrini, el entrenador blanco podría ser Quique como la temporada pasada fue Juande Ramos. Quien tiene un entrenador, tiene un tesoro.
extraido de futbolitis
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