Edward Gibbon, en Historia de la decadencia y caída del imperio romano.
En el caso de que Inglaterra ganase el Mundial, cosa que el patriotismo inglés ha convertido en una enorme posibilidad, no habría remedio: tendríamos que rendirnos ante la evidencia de que Fabio Capello es el entrenador más grande de nuestros tiempos.El reto al que se enfrenta el seleccionador inglés -ganador de prácticamente todo con RealMadrid, Milan y Juventus- es satisfacer el desesperado deseo de gloria de un país cuyo conjunto de jugadores no está remotamente a la altura -ni a nivel de juego, ni a nivel moral o intelectual- del de la selección española, clara favorita para levantar la Copa del Mundo en Suráfrica en julio. Si la copa se la arrebatara Inglaterra, la mayor parte del mérito habría que dársela al centurión italiano, que automáticamente se convertiría en la primera persona de su país en ser condecorado por la reina Isabel con el título de Sir. Habría logrado la misión imposible de imponer orden sobre un conjunto caótico; de exprimir todo el rendimiento imaginable, y más, de una bola de chiflados.
¿Quién sabe? Pero algo saldrá. Con estos chicos, la farsa esta garantizada. Y encima, juegan mal. Contra Egipto el miércoles en Wembley acabaron ganando 3 a 1, pero tardaron hasta el minuto 75 en adelantarse en el marcador. Durante largos ratos de la primera parte los Faraones, que no se han clasificado para Suráfrica, les bailaron.
Hay jugadores buenos, claro. Rooney, el actual pichichi europeo, amenaza seriamente el duopolio Cristiano Ronaldo-Leo Messi, al punto de que no es descartable que acabe llevándose este año el Balón de Oro. Frank Lampard es un centrocampista todo terreno que marca muchos goles para el Chelsea. Steven Gerrard, del Liverpool, es un potentísimo jugador, pese a que esta temporada no ha dado muchas señales de vida. John Terry y Rio Ferdinand son un par de rocas en el centro de la defensa. O lo han sido: ha habido preocupantes señales de que a Terry le ha afectado psicológicamente su desgaste tabloidero; y Ferdinand, cuya solidez mental siempre está en cuestión, sufre lesión tras lesión.
Además, no hay portero; y no hay acompañante en el ataque para Rooney; y si Rooney se lesiona, adiós y buenas noches. Lo más grave es que, aún con todos a punto, es un equipo de tontos. Los españoles no sólo son mejores, sino que son personas infinitamente más cuerdas e inteligentes. Capello, que daría un riñón por tener en sus filas a los suplentes del once titular español, tiene por delante el reto de su vida.
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