jueves, 12 de marzo de 2009

HISTORIAS DE LONDRES UN ASUNTO GRAVE 10

Desistí de acudir a Stamford Bridge por un ojo, un ojo ensangrentado y que me pareció, por lo que entreví, medio arrancado de su cuenca. Fue un sábado por la tarde, temprano, en un pub de Hammersmith, poco antes de comenzar un partido del Chelsea. Yo estaba leyendo el macizoGuardian sabatino y no escuché nada anormal hasta que se rompieron vasos y botellas y saltó sangre. Las peleas londinenses no son como las mediterráneas: no hay insultos previos, ni griterío, ni bravuconadas, ni “pasa de esta raya si te atreves”, ni “que me sujeten que lo mato”. A veces no hay palabras. La violencia es súbita y fría. Cualquiera que salga un sábado por la noche puede estar casi seguro de ver golpes, en un bar, en la calle o en cualquier parte. No se trata, pues, de un fenómeno directamente ligado al fútbol. El ambiente en los estadios ha recuperado la normalidad tras años de batallas en las gradas, el público es familiar y no existe peligro alguno: se puede disfrutar sin riesgo de Highbury o Stamford Bridge, del siseo escéptico de White Hart Lane o del silencio del cualquier cancha en que juegue el Wimbledon, un equipo sin público que incluso ha considerado trasladarse a Dublín. Pero en las cercanías de cada estadio, igual que en otros países, hay incidentes ocasionales. Y el que me tocó a mí, el del ojo, me desalentó bastante.
Por Enric Gonzalez

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