El jugador más simbólico de los dons fue Vinnie Jones, retirado hace unos años con el mayor expediente de sanciones de toda la historia del fútbol inglés. Un vídeo con sus consejos para aprender a jugar al fútbol se vendía, para que no cupieran dudas, en las estanterías de deportes violentos como el boxeo y el kárate. Ahí van algunas perlas del catecismo del padre Jones: “Cuando derribo a un rival, siempre me ofrezco a levantarlo. Le pongo las manos debajo de las axilas y le estiro con fuerza de los pelos”. “Cuando algún contrario se me acerca demasiado, le agarro por los testículos y le digo con voz suave: ¿Te importaría retirarte un poco?”. “Si leo en el diario que la mujer de un rival se ha largado con otro, se lo recuerdo oportunamente durante el partido”. Y es que, amigo hooligan, “la pasión, la insistencia y el entusiasmo deben conducirte a terrenos en los que causarás algunos problemas. Es la misma historia de siempre. ¿Querrías tener a Gary Lineker a tu lado en las trincheras o preferirías tener a Vinnie Jones? Porque al fin y al cabo, sabes que Vinnie Jones saldría de la trinchera y correría hacia el enemigo, mientras que Gary Lineker se sentaría y diría: Usted primero”.
Jones, que antes de ser futbolista trabajó de peón de albañil, se dedica ahora al cine, especializado en papeles de gángster y asesino. Tras su rostro plagado de cicatrices, prácticamente sin cejas a fuerza de golpes, se oculta, dicen, un hombre sensato y razonable.
Por Enric Gonzalez
Jones, que antes de ser futbolista trabajó de peón de albañil, se dedica ahora al cine, especializado en papeles de gángster y asesino. Tras su rostro plagado de cicatrices, prácticamente sin cejas a fuerza de golpes, se oculta, dicen, un hombre sensato y razonable.
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