Calidad individual, sentido colectivo, la mística de siempre y un corazón enorme para sobreponerse a todo. En esos cuatro ítems se resume este nuevo éxito de Estudiantes, su sexta estrella en el plano local desde que se juega profesionalmente, que además le otorga una plaza en la próxima edición de la Libertadores, la gran obsesión de los 'pincharratas'.
Calidad individual porque jugadores del calibre de Enzo Pérez, Leandro Benítez, Rodrigo Braña, Gastón Fernández y fundamentalmente Sebastián Verón no abundan en el fútbol argentino. Sentido colectivo porque el grupo, a diferencia de lo que sucede en varios de los restantes clubs, estuvo en todo momento por encima de las cuestiones individuales.
Mucha historia
La mística de siempre porque estos leones del 'León' tuvieron ese espíritu que caracterizó al histórico equipo de los 60 que fue campeón nacional, de América y del mundo, y también a aquel que logró dos Ligas en 1982 y 1983, en el que Alejandro Sabella, el actual entrenador de estos campeones, destacaba por su juego exquisito.
Un corazón enorme porque en el camino hubo numerosos obstáculos y los supo sobrellevar. Antes del comienzo de este certamen se le fueron cinco piezas clave: Angeleri, Sosa, Boselli, Cellay y Clemente Rodríguez. Casi todos los habituales titulares sufrieron lesiones durante el desarrollo del torneo. Perdió a Verón por suspensión antes del determinante partido frente a River y, por si fuera poco, no pudo contar en dos jornadas vitales con Enzo Pérez, la figura de este campeón.
Además de los números impresionantes que avalan este logro (14 triunfos, 3 empates y 2 derrotas, 32 goles a favor y 8 en contra), Estudiantes tuvo el gran mérito de dejar atrás a un gran equipo como Vélez, que realizó una campaña de campeonato y llegó a la última jornada con opciones
por mundodeportivo.es
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