viernes, 25 de marzo de 2011

GUARDIOLA UN AÑO MAS

Es la piedra filosofal del proyecto, el coleccionista de títulos y el gestor de los egos. Maneja los tiempos, sabe exigir y la duda nunca le hace perder el paso. Va por delante, hace camino al andar, es de esos que suma a su talento una capacidad de trabajo diferencial. Cada partido es más, su maestría crece por momentos y lejos de volverse perezoso es un ejemplo a seguir. A eso se le llama carácter ganador, mentalidad competitiva y una capacidad innata para facilitar a los suyos el camino de la felicidad.

Pep Guardiola

Llega el momento de la verdad, quedan pocos días para el juicio final. Ha conseguido lo más difícil, su equipo vuelve a jugar como los ángeles, es la versión 2.0 de aquel Barça que maravilló al mundo antes de ganar nada y es que cuando llegó el tiempo de los títulos, el Barça fue perdiendo la ley marcial. Hago lo que quiero, donde quiero y como me da la gana, así se podría describir al primer Barça de Guardiola. Tras los seis títulos y la tensión generada por el que se fue, Samuel Eto’o y el que se vino, Zlatan Ibrahimovic, no quedó otra que sobrevivir. En una versión más atascada no le fue mal al Barça.

Con el fichaje de Villa y Mascherano, la reducción de la plantilla y la llegada de Mourinho se pudo pensar que el cambio de tendencia podría darse. Se habló de modas y de que España jugaba igual que el Barça. Nada que ver, todo con balón sí pero las dudas llevaron a la excelencia. El Barça no es una moda sino la evolución del fútbol. Esperar atrás no es garantía, vivir de la contra convierte a los equipos en previsible y dependientes de las virtudes individuales, equipos expuestos a perder en cualquier ocasión.

El juego combinativo es el modelo, el equilibrio ya no es defender sino atacar, los equipos bien estructurados son aquellos que saben hacer y deshacer con la pelota, los que juegan a uno o dos toques y sus futbolistas son exigidos no en el esfuerzo sino en el pensamiento. La clave está en la pausa, en saber dividir y esperar el momento para marcar diferencias. El fútbol ha cambiado, el Barça de Guardiola ha dejado tirado a cualquier recuerdo de catenaccio del pasado por más que el Inter haya sido tricampeón en el pasado curso.

Los modos y la evaluación deben ser revisados, hablamos de plantilla corta y de ausencia de plan B. Todos juegan a lo mismo, ya no es necesario un Larsson, ni un desatascador que parta de otro tipo de fútbol. Se trata de jugar a lo mismo, estar 90’ percutiendo, volver y volver y si algo no falla, tirar de banquillo para que otros salgan a subir el ritmo y la intensidad, para asestar el golpe cuando el adversario está cansado con la premisa de que la manera sea innegociable. Así es el Barça de Guardiola, fruto de la obsesión por dominar el mundo, por ser los dueños del balón y por el deseo de que un partido de fútbol sólo se juegue en el campo del adversario. Llegan las rondas finales, los partidos de verdad. Ganen o pierdan, Guardiola querrá más en el próximo curso. No es cuestión de títulos sino de dictadura, pase lo que pase seguirán siendo el equipo a batir.

Marcos López

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