Llega el momento de la verdad, quedan pocos días para el juicio final. Ha conseguido lo más difícil, su equipo vuelve a jugar como los ángeles, es la versión 2.0 de aquel Barça que maravilló al mundo antes de ganar nada y es que cuando llegó el tiempo de los títulos, el Barça fue perdiendo la ley marcial. Hago lo que quiero, donde quiero y como me da la gana, así se podría describir al primer Barça de Guardiola. Tras los seis títulos y la tensión generada por el que se fue, Samuel Eto’o y el que se vino, Zlatan Ibrahimovic, no quedó otra que sobrevivir. En una versión más atascada no le fue mal al Barça.
Con el fichaje de Villa y Mascherano, la reducción de la plantilla y la llegada de Mourinho se pudo pensar que el cambio de tendencia podría darse. Se habló de modas y de que España jugaba igual que el Barça. Nada que ver, todo con balón sí pero las dudas llevaron a la excelencia. El Barça no es una moda sino la evolución del fútbol. Esperar atrás no es garantía, vivir de la contra convierte a los equipos en previsible y dependientes de las virtudes individuales, equipos expuestos a perder en cualquier ocasión.
El juego combinativo es el modelo, el equilibrio ya no es defender sino atacar, los equipos bien estructurados son aquellos que saben hacer y deshacer con la pelota, los que juegan a uno o dos toques y sus futbolistas son exigidos no en el esfuerzo sino en el pensamiento. La clave está en la pausa, en saber dividir y esperar el momento para marcar diferencias. El fútbol ha cambiado, el Barça de Guardiola ha dejado tirado a cualquier recuerdo de catenaccio del pasado por más que el Inter haya sido tricampeón en el pasado curso.
Marcos López
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