lunes, 21 de marzo de 2011

MOURINHO, ESTILO FERGUSON

Mourinho amenaza y desafía, quiere estar por encima de la entidad por más que deje la sensación de que va atropellado desde el primer día. Su mensaje se ha perdido, el foco de atención nunca ha sido el fútbol y muchas tardes para recordar se han quedado en el olvido por los papelitos, los cambios y las amarillas, así como una sucesión de teorías de la conspiración, todas ellas repetidas en cursos pasados. El punto de inflexión no fue la manita del Camp Nou sino el ‘globo’ de la selección portuguesa tras el esperpéntico viaje de vuelta de San Sebastián. Ese pulso, estratégicamente parcelado a todo lo que se moviera, no ha tenido descanso alguno.

Mourinho y Ferguson
El tema de los horarios viene de lejos, la trama nace del recuerdo de sus tiempos de Premier donde el gobernador es Sir Alex Ferguson y su ascendente sobre los tiempos de recuperación es significativa. Benítez fue el primero en plantarle cara al manager del United. Mourinho tuvo sus idas y venidas pero sus ataques no fueron directos contra el poder establecido sino contra Wenger y Benítez. El primero porque hace del fútbol algo más que un resultado ya que nunca es cuestionado ni en la victoria ni en la derrota. El segundo porque quizás fue su bestia negra, su maestría desde la táctica evitó que Mourinho saliese campeón de Europa en el proyecto millonario de Abramovich. La falta de imaginación le ha llevado a tirar de los “horarios” para montar bullicio cuando los números indican que la media de recuperación entre partido y partido del Barça y el Madrid es idéntica, juegan cada 109 horas de media.

Cuestionar a los árbitros y justificar derrotas por ausencia de peso en los órganos de poder es algo repetitivo desde sus inicios. Calcula el momento, nunca pierde por el planteamiento ni por los cambios ni la gestión de la plantilla. Si cae eliminado lanzará el marrón a la propiedad o en su defecto a la directiva. Así lo hizo tras caer en el Camp Nou con el Chelsea en 2006, la eliminación se debía a que el Chelsea no tenía peso en UEFA, ni en el estamento arbitral. No se detuvo allí, dijo que para ganar la Champions sólo necesitaba que Abramovich se espabilara como debe hacerlo ahora Florentino. Con el Inter más de lo mismo, quizás encuentre a faltar ese Pinto Da Costa, presidente del Porto, que era el principal acusado del “silbato de oro” por la compra de partidos.

Sobre la manera de gobierno sólo hay fuertes y débiles. A los lesionados no los quiere cerca y entiende que hay dos categorías de futbolistas, los suyos y los demás, amén de los que son víctimas de su liderazgo. Estos son los que no llegan bajo su tutela, no es amigo de contar con los jóvenes. No se le recuerdan muchos canteranos. Este año le ha dado a Canales, Pedro León, Albiol y Ramos para salir a exigir la renovación de Pepe – sólo puede conseguir encarecerla – y pedir a Hugo Almeida como en el Inter había pedido a Quaresma y en el Chelsea a Paulo Ferreira e Hilario, fichajes extraños que compartían negociante y que nunca fueron utilizados ni como primeras ni como segundas opciones.

Falta saber cuál será su futuro. Irá a un grande según él tras su paso por el Madrid, está tranquilo sabe que es muy bueno pero no se ha visto el historial. El Madrid es la silla eléctrica, nadie sale de ahí a un club mejor, y dado lo que cobra y sus exigencias, hacen que no sea sencillo que Mourinho sea un entrenador por el que volverse loco. El Liverpool no le puede pagar, en el Arsenal sería la hecatombe y el United que quieren que les diga lleva años jugando a otra cosa. Como siempre manda el dinero, tendremos que recordar que el City era el grande de Manchester.

Futbolitis - Marcos López

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