Con la posible excepción de Argentina, no hay pueblo cuyo estado de ánimo dependa más de los resultados de su selección que el inglés. Pero eso no impide que estos partidos internacionales que interrumpen el principio de la temporada causen casi tanta irritación en Inglaterra como en España, donde la selección despierta pasiones más tibias.
Durante la larga travesía del desierto que, para el aficionado de verdad, supone siempre el verano, el comienzo de la Liga se vislumbra como un lejano oásis tropical. Pero llega septiembre, comienza octubre y la Liga no acaba de arrancar. Empiezas a beber y te quitan el vaso de la mano. O, como dirían los ingleses, que les gusta salpicar la conversación con frases en latín, sufres el síndrome del coitus interruptus. Tu equipo da señales de que podría hacer una gran temporada, le quita un punto al Chelsea, el nuevo delantero pinta bien y entonces... dos semanas de limbo en las que a uno no le queda otra que exprimirle algunas gotas de interés al Inglaterra-Macedonia, buscar algún consuelo en el partido contra Andorra.
No. A la hora de la verdad, el fan inglés es como el español. Club before country. El club antes que la patria.
La prueba más contundente la dieron los aficionados del Tottenham en plena guerra de las Malvinas. Recuerdo haber ido a un partido de los Spurs en su estadio, White Hart Lane, en mayo de 1982. La fuerza aérea argentina ya estaba hundiendo barcos de guerra británicos en el Atlántico Sur, pero cada vez que uno de los dos argentinos del Tottenham, Osvaldo Ardiles o Ricardo Villa, tocaba el balón la afición les ovacionaba.
Ardiles y Villa eran pioneros. Hoy lo raro es ver a un jugador inglés vistiendo la camiseta de un Tottenham, un Liverpool o incluso un Charlton Athletic. Y en el Arsenal, ya nunca.
Desde que un desconocido francés llamado Arsène Wenger llegó al Arsenal hace exactamente diez años y una semana, lo que se ha visto en el gran club del norte de Londres es una erosión inexorable del componente inglés. A tal grado que cuando el Arsenal se enfrentó al Real Madrid en la Champions la temporada pasada, en el Bernabéu, había más ingleses en el equipo español (2) que en el londinense (0).
¿Pero existe hoy un fan del Arsenal que se ofenda ante esta situación; que quisiera poner, por ejemplo, al seleccionador inglés, Steve McClaren, en lugar de Wenger? Ni uno.
Inexplicablemente, un altísimo porcentaje de mis amigos son del Arsenal. Sé que no ha habido gente de fútbol más feliz que ellos en el mundo a lo largo de la última década. Wenger ha colmado al Arsenal de títulos, logrando que sus franceses, holandeses, españoles, suecos, cameruneses, brasileños, checos, suizos y alemanes combinen la feroz competividad del fúbol inglés con el arte del mejor fútbol latino. Wenger declaró en una entrevista con L'Équipe esta semana que "todos los grandes equipos han jugado con la preocupación de gustar" y que el leit-motiv de su club es "ganar con estilo".
Con razón el Real Madrid, como Wenger mismo confirmó en la misma entrevista, ha intentado contratarlo repetidas veces. Es el mejor entrenador del mundo. El día que se vaya, el norte de Londres estará de luto. Porque para el fan del Arsenal no hay ser en la tierra que inspire más devoción que el francés.
por John Carlin
1 comentarios:
Ojala k el arsenal no vuelva a ganar nada mas.
Da oportunidades a los jovenes pues muy bien pero k no vaya a quitar a los jovenes a otra cantera.
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