Si elaboráramos una lista de explicaciones de por qué el conjunto blanquiazul es cuarto en la tabla, acomodado en Liga de Campeones, cuatro puntos por encima del Valencia y ocho sobre Atlético de Madrid y Sevilla, hablaríamos de los goles de Dani Osvaldo, el paso adelante de Callejón, la calidad de la cantera y la buena mano de Mauricio Pochettino. Cada perico haría su despiece en prioridades. Para algunos el peso del entrenador quizá sería mayor. Otros citarían primero a un futbolista o un motivo concreto. Pero lo que ninguno obviaría es el tipo de fútbol que practican los pericos. Posesión de balón, dominio en la zona ancha, vistosidad en las combinaciones y como recurso, implacables contraataques. Atractivo. El mismo que tenía el año pasado o en otras temporadas en las que ni asomó por zona europea. El cambio en la presente se explica en encuentros como el de ayer. El Espanyol no jugó bien ante el Sporting de Gijón. Durante muchas fases le faltó el fútbol que está detrás del buen funcionamiento colectivo y encima se quedó con uno menos en una acción muy rigurosa. Sin Baena y sin fútbol. Aún así, ganaron. Los puestos de Champions son para los que en días de contrariedades suman de tres en tres.
Ensu cronica del partido en El Pais, Jordi Quixano habla del “nuevo nivel de exigencia” al que se ha sometido el Espanyol estas últimas semanas. Los pericos empezaron la temporada fuertes en casa, pero empequeñecían a domicilio. El fortín de Cornellá el Prat, siete de siete, 21 puntos, es excelente, pero si visitas San Sebastian, tienes la ocasión de ganar y te conformas con el empate, puede que termines perdiendo. Consolidados los puntos de local, el atrevimiento fuera de casa cambió en el Calderón. Ahí el Espanyol pudo perder, pero vio opción de ganar, fue a buscarla y la consiguió. La victoria en Madrid conllevó el cambio de nivel. Distanciados en puntos de los que ahora pueden considerar sus competidores por zona europea, el Espanyol se ha convertido en candidato cuando han dejado de valerle los empates.
Kameni volvió a ser Kameni cuando Cristian le apretó. Osvaldo a veces guarda la metralleta y como el domingo, hace pases de fantasía, a lo De la Peña, para que Luis García, otrora falto de puntería, sume su cuarto tanto de la temporada. En defensa ya no aparecen nombres como Roncaglia. Forlín ha mutado a mejor y acompaña a los jóvenes Víctor Ruiz, Dídac Vilà o Jordi Amat. Una zaga que encaja poco, quince tantos (siete solo ante Madrid y Villarreal) y que rinde tan bien como la delantera, que ha marcado otros quince, sacándole una rentabilidad en puntos extraordinaria. Luis García, Verdú y Callejón han aportado goles donde antes solo quedaba Osvaldo. También Álvaro Vázquez, la última perla de la cantera, que ya lleva tres tantos en todas las competiciones. El surtidor de promesas perico parece infinito. Apariciones como la de Javi Márquez, comandante de la medular, consolidan el paso de la cantera de recurso improvisado a primera opción de presente.
Antes de la visita al Calderón, Luis Garcia como capitan dijo sentirse poco valorado,por los medios. Junto con el resto de virtudes que significan el buen momento espanyolista, el delantero anotó un añadido: cierto enfado. Quizá diminuto comparado con el resto, pero existente, definió el malestar de la plantilla por el escaso peso mediático. La queja ha empezado a surtir efecto y cada vez se habla más del buen arranque perico. Y ahora que quedan dos semanas para el derbi barcelonés, ese protagonismo, asociado al partido frente al Barcelona, será aún mayor. Ayer cuando terminó el encuentro ante el Gijón, se empezó a hablar del derbi. Preguntaron los periodistas y contestaron los jugadores, hambrientos de recibir al líder. En otra temporada, de medianías para el Espanyol, el partido con el Barça empezaba muchas semanas antes. Esta vez, si los blanquiazules quieren continuar en la élite, el único pensamiento de la semana debe conducirles a San Mamés, no más allá del domingo a las cinco de la tarde.